05 agosto 2013

POV Will (Ángel Mecánico): El beso con Tessa

Hoy os dejo la escena del beso de Will y Tessa en Ángel Mecánico desde el POV de Will (pag 285-292). Creo que si os habeis leído Los Orígenes entero debeis leer esta escena, para saber que pasaba por la mente de mi Herondale favorito. Espero que os guste  ;)

Will Herondale estaba ardiendo.

No era la primera vez que había consumido sangre de vampiro, y él sabía el patrón de la enfermedad. Primero estaba una sensación de vértigo y euforía, como si hubieses bebido mucho gin -el breve periodo de embriaguez agradable antes de que los morbs se establecieran. Luego dolor, empezando por los pies y dedos, subiendo por las línes de polvora que se habían establecido en su cuerpo y estaba quemando su camino hacia su corazón.


Había odio que el dolor no era tan grande para los humanos: que su sangre, más disolvente y débil que la sangre de los Cazadores de Sombras, no peleaba contra la enfermedad demoniaca como la sangre de los Nephilim hacía. Estaba vagamente consciente cuando Sophie vino con el agua sagrada, mojandole con la fría cosa mientras dejaba los cubos y se iba. El odio de Sophie hacia él era tan fiable como la niebla en Londres; podía sentirlo viniendo de ella siempre que estaba cerca de él. La fuerza de ello lo levantó sobre sus hombros ahora. Coigó un cubo que estaba cerca de él y lo volvó sobre su cabeza, abriendo su boca para tragar lo que pudiese.

Por un momento, apagó el fuego corriendo por sus venas enteramente. El dolor se desvaneció, a exoeción de los latidos en su cabeza. Él se acostó con cuidado, pasando un brazo encima de su cabeza para bloquear la tenue iluminación que entraba por las pocas ventanas. Sus dedos parecían seguir las luces mientras se movían. Él oyó la voz de Jem en su cabeza, regañandole por ponerse en peligro a sí mismo. Pero la cara que vió contra sus parpados no era la de Jem.

Ella le estaba mirando. La muy oscura voz de su conciencia, el recordatorio de que él no podía proteger a nadie, y aun menos a sí mismo. Buscando la manera en la que él la había visto la última vez; ella no había cambiado, que era por lo que sabía que ella era un figmento de su imaginación.

"Cecily," susurró. "Cecy, por al amor de Dios, déjame ser."

"¿Will?" Eso lo asustó; ella se le había aparecido muchas veces, pero raramente hablaba. Ella extendió la mano hacia él y el podría haberla extendido hacia ella, si no fuese porque el estruendo y estrépito de metales lo saco de su ensimismamento. Se aclaró su garganta.

"¿Estás de vuelta, Sophie?"dijo Will. "Te dije que si me traías otro de esos infernales cubos, iba a-"

"No soy Sophie", vino en respuesta. "Soy yo. Tessa."

El martilleo de su propio pulso llenó sus orejas. La imagen de Cecily se descoloró y desapareció contra sus párpados. Tessa. ¿Por que la habían enviado a ella? ¿Tanto lo odiaba Charlotte? ¿Era algun tipo de lección para ella de las indignidades y los peligros del Submundo? Cuando abrió los ojos la vio en frente de él, todavía con su vestido de encaje y guantes. Sus oscuros rizos estaban sorprendentes contra su pálida piel y sus pómulos estaban pecosos, ligeramente, con sangre, problabemente de Nathaniel-

Tu hermano, sabía que él diría. ¿Cómo esta? Ha debido ser un shock verle. No hay nada peor que ver a alguien que quieres en peligro.

Pero habían pasado años, y él había aprendido a callarse las palabras que quería decir, transformarlos. De alguna manera acabaron hablando sobre vampiros, sobre el virus y como era transmitido. Ella le dió un cubo con una mueca - bien, ella debía estar disgustada con él - y él lo utilizó para apagar el fuego, para calmar el ardor en sus venas, garganta y pecho.

"¿Eso ayuda?" ella preguntó, mirandole con sus limpios ojos grises. "¿Verterlo sobre tu cabeza de esa manera?2

Will imaginó como debería verle, sentado en el suelo con un cubo sobre su cabeza, e hizo un extraño ruido, casi una risa. ¡Oh, el glamour de los Cazadores de Sombras! ¡La vida de guerrero con el que había soñado cuando era niño!

"La pregunta que has hecho..." empezó. Otra persona, alguien que no fuera Tessa, tal vez se habría disculpado por preguntar, pero ella solo se quedó quieta, mirandole como un pájaro curioso. Él no pensaba que alguna vez hubiese visto en alguien unos ojos del color de ella antes: era el color gris que sopla desde el mar de Gales.

No podía mentirle a alguien que tenía unos ojos que te recordaban a tu niñez.

"La sangre me vuelve febril, hace que mi piel arda," admitió. "No puedo enfriarme. Pero, sí, el agua ayuda."

"Will," Tessa dijo. Cuando él la volvio a mirar, ella parecía estar iluminada por la luz como un ángel, pensó que debía ser la sangre de vampiro difuminando su vision. De repente ella se estaba moviendo hacia él, moviendo sus faldas fuera de su camino para sentarse junto a él en el suelo. Se preguntó por qué estaba haciendo eso, y se dio cuenta por su propio horror que le había preguntado. Él se imaginó la enfermeda vampírica en su cuerpo, destrozando su sangre, debilitando su voluntad. Él sabía intelectualmente, que había bebido suficiente agua sagrada para matar a la enfermedad antes de que pudiera enterrarse en sus huesos, y que no podía culpara a la enfermedad de su falta de control. Y aun así - ella estaba cerca de él, suficientemente cerca para poder sentir el calor irradiando de su cuerpo.

"Nunca te ries," ella estaba diciendo. "Te comportas como si todo fuera divertido para ti, pero nunca te ries. A veces sonries cuando piensas que nadie te esta prestando atención."

Él quería cerrar sus ojos. Sus palabras pasaron por su cuerpo como el corte limpio de una espada seraphin, iluminando sus nervios con fuego. Él no tenía ni idea de que ella le había observado tan de cerca, o tan precisamente. "Tú," el respondió. "Tú me haces reir. Desde el momento en el que me pegaste con esa botella. Ni mencionar la forma en la que siempre me corriges. Con esa divertida mirada en tu cara cuando lo haces. O la manera en la que gritaste a Gabriel Lightwood. O la manera en la que respondiste a de Quincey. Tú me haces..."

Su voz se apagó. El podía sentir el frío agua bajando por su espalda, por sus hombros, contra su caliente piel. Tessa se sentó solo a unas pulgadas de él, oliendo a polvo, a perfume y a transpiración. Sus rizos humedos se curbaron contra sus mejillas, y sus ojos estaban amlios mirandole, sus palidos labios rosas ligeramente separados. Levantó la mano para apartar un mechón de pelo, y, sintiendo que se ahogaba, extendió la mano hacia la de ella. "Aún queda sangre," él dijo, inarticuladamente. "En tus guantes."

Ella empezo a alejarse, pero Will no podía dejarla alejarse; él se estaba ahogando, aun así, estaba ahogandose, y él no podía liberarla. Giró su pequeña mano derecha. Él tenía el más fuerte deseo para llegar a su totalidad, de empujarla contra él y doblarla en sus brazos, para abarcar su delgado, fuerte cuerpo con el suyo. Inclinó su cabeza, contento de que ella no pudiese ver su rostro mientras la sangre se precipitó en él. Sus guantes eran andrajosos, rasgados donde ella había agarrado las esposas de su hermano. Con un movimiento de sus dedos, él abrió las botones de perlas que mantenían sus gauntes cerrados, dejando al descubierto su muñeca.

Él podía oir su propia respiración. Calor subió por todo su cuerpo - no el antinatural calor de la enfermedad vampírica, más como el ordinario calor del deseo. La piel de su muñeca era translucidamente pálida, las venas azules visibles. Podía ver el aleteo de su pulso, sentir el calor de su respiraciñon contra su mejilla. Él acarició la suavidad de su muñeca con la punta de los dedos y medio-cerró sus ojos, imaginando sus manos en el cuerpo de ella, la suave piel de sus brazos, la suavidad de sus piernas escondidas bajo su voluminosa falda. "Tessa," él dijo, como si tuviera la menor idea del efecto que estaba teniendo sobre él. Tal vez habría mujeres que sí lo sabrían, pero Tessa no era una de ellas. "¿Qué quieres de mí?"

"Yo-Yo quiero entederte," susurró.

El pensamiento era un poco terrorifico. "¿Es realmente necesario?"

"No estoy segura de que alguien te entienda," ella respiró, "excepto tal vez Jem."

Jem. Jem había renunciado hace tiempo a intentar entenderlo, Will pensaba. Jem era un estudio sobre como se podía querer a alguien sin entenderles totalmente. Pero la mayoría de la gente no era Jem.

"Pero tal vez solo quiere saber que ahí una razón," ella estaba diciendo. Su mirada era feroz. Nada la detenía cuando argumentaba, pensó él, o cuidando: de esa manera, ella era como Jem: la perdida no la amargaba, y la traición no destrozaba su fe. Sin darse cuenta, ella se movio para tener su mano de vuelta, el gestod de la pasión, y él lo entendió, sacando el guante de su mano. Ella se quedó sin aliento, como si él hubiese puesto sus manos sobre su cuerpo, la sangre llegando a manchar sus mejillas. Su desnuda y pequeña mano, que se curvó dentro de la suya, y se quedó inmovil. Lo levantó hacia su boca, su mejilla, besando su piel: cepillando sus labios sobre sus nudillos, bajando por su muñeca. Él la oyó llorar en voz baja, y levantó su cabeza para verla perfectamente inmovil, con la mano extendida, sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos.

Él había besado a chica, otras chicas, cuando el básico deseo físico superaba al sentido común, en oscuros rincones en fiestas o bajó el muérdago. Rapidos, apresurados besos, la mayoría de ellos, aunque algunos sorprendentemente expertos -¿Dónde había aprendido Elspeth Mayburn ha hacer eso con los dientes, y por qué nadie le había dicho que no era buena idea? - pero esto era diferente.

Antes había habido tensión controlada, una decisión deliberada para dar lo que su cuerpo pedía, divorciada de cualquier sentimiento. Cortar libre de cualquier emoción. Pero esto - esto era floreciente calor a través de su pecho, acortamiento de la respiración, enviando una oleada de escalofríos por su piel. Esto era una sensación de dolor cuando él dejó ir su mano, una enfermedad de la pérdida, que solo se curó cuando la empujó hacia él por el suelo de madera astillada, sus manos ahuecando la parte superior de su cuello y sus labios descendieron sobre los de ella con la misma parte de ternura y fiereza.

Su boca se abrió bajo la de él, vacilante, y una esquina de su cerebro le gritó que frenara el ritmo, que por alguna razón esta debía sera su primer beso. Él forzó a sus manos a frenar, para desabrochar gentilmente los cierres de su pelo y para suavizar los rizos por sus hombros y vuelta, sus dedos trazando patrones de luz por sus suaves mejillas y sus hombros desnudos. Su pelo se sentía como caliente seda corriendo por sus dedos y su cuerpo, presionado contra el de él, era todo suavidad. Sus manos eran ligera como plumas enla parte trasera de su cuello, en su pelo; cuando la atrajó más, ella hizo un suave sonido contra su boca que casi lanzó lejos sus últimos pensamientos de mi cabeza. Él empezó a doblarla contra el suelo, moviendo su cuerpo sobre el de ella -

Y se congeló. Panico corrió por su sangre en unmar hirviendo cuando vio toda la estuctura frágil que había construido a su alredor romperse, todo por, esta chica, que había destrozado su control como nada más lo había hecho. Separó su boca de la de ella, alejandola, la fuerza de su terror casi la derribó. Ella lo miró a través de su cortina de pelo, su palida cara en shock. 

"Dios en el Cielo," él susurró. "¿Qué era eso?"

Su asombro era evidente en su rostro. Su corazón se contrayó, bombeando odio hacia si mismo por sus venas. La única vez. La única vez - 

"Tessa," él dijo. "Creo que es mejor que te vayas."

"¿Irme?" Sus labios se partieron; sus labios hinchados por sus besos. Era como mirar a una herida que él le había infligido, y al mismo tiempo, no había nada que quisiera hacer más que volver a besarla. "No debería haber sido tan lanzada. Estoy tan arrepentida-"

"Dios." La palabra le sorprendió; él había parado de creer en Dios hace mucho tiempo, y ahora él le había invocado dos veces. El dolor en su cara era más de lo que el podía soportar, y no menos importante, no había tenido intención de hacerle daño. Muy a menudo, él tenía la intención de herir y lastimar, y esta vez él no lo había querido - ni mucho menos - y había causado más daño del que había imaginado. Él no quería más que agarrarla y cogerla en sus brazos, no para satisfacer su deseo, pero sí para impartir ternura. Pero eso solo habría empeorado las cosas. "Sólo dejame sola ahora," se oyó a si mismo decir. "Tessa. Te estoy rogando. ¿Lo entiendes? Te estoy rogando. Por favor, por favor vete."

Su respuesta vino, finalmente, rígida con dolor y enfado. "Muy bien," ella dijo, anque claramente no lo estaba. Él robó un vistazo de ella desde la esquina del ojo: ella era orgullosa, no iba a llorar. Ella no se molesto en arreglar los clips que él había sacado; ella solamente se levantó y le dió la espalda.

Él no se merecía nada mejo, lo sabía. Él se había lanzado sobre ella sin preocuparse de su reputación o del indecoro de la pasión. Jem se habría preocupado. Jem habría tenido más cuidado de sus sentimientos. Y érase una vez, él pensó, mientras sus pasos se alejaban, él lo habría hecho. Pero él ya no sabía como ser esa persona otra vez. Él había cubierto ese Will durante tanto tiempo con pretensiones que ya no sabía que era realidad y que pretensión. Clavó sus uñas en la tabla del suelo, dandole la bienvenida al dolor, porque era poco dolor comparado con el dolor de saber que no solo había perdido la buena opinión de Tessa esta tarde. Él había perdido a Will Herondale. Y no sabía si alguna vez lo volvería a recuperar.


3 comentarios:

  1. Bueno que te puedo decir, adoro a Will, que ganas tengo de leer princesa mecanica. besos cielo

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  2. Ame esa parte por fin se besaron pobre tessa pero también pobre will

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Yo me tomo mi tiempo escribiendo las entradas, así que agradecería un montón que vosotros tomaseis un poco de vuestro tiempo para escribir algo: una opinión, un gracias, algo (siempre que sea respetuoso). Muchas gracias por leerme ^.^